XenofobiaCero aplicada: Buenas prácticas para luchar contra la discriminación
“En varios lugares, esta pandemia se está utilizando para estigmatizar a las personas migrantes como portadores del virus”: con estas firmes palabras António Vitorino, Director General de la OIM, abre su discurso en defensa de los trabajadores y trabajadoras migrantes, reclamando sus aportaciones cruciales en la lucha contra la COVID-19, pues buena parte de esta población labora en sectores claves como la salud y las industrias de servicios.
La intervención del Director General responde al alarmante incremento, registrado desde el comienzo de la pandemia, de declaraciones y comportamientos xenófobos hacia la población migrante, la cual ha sido acusada en varias ocasiones de ser la causa de la propagación del virus. Tal es el caso de un grupo de migrantes guatemaltecos, que después de haber sido repatriados desde Estados Unidos, encontraron un escenario hostil al regresar a su país de origen, siendo señalados como probables portadores de virus. Estas personas migrantes no solo tuvieron que hacer frente a las dificultades económicas, a los temores de sufrir persecución al regresar, y a la falta de servicios básicos de salud y de acogida en su país de regreso, sino que también fueron víctimas de ataques violentos por parte de las comunidades en las cuales regresaron y de amenazas. En Quetzaltenango, por ejemplo, algunos habitantes de la comunidad amenazaron con incendiar un albergue temporal que acoge a migrantes retornados.
Este episodio enfatiza en primer lugar la alta vulnerabilidad de las personas migrantes durante la pandemia, las cuales necesitan de urgente asistencia y protección tanto durante como después de su tránsito migratorio.
En segundo lugar, los actos discriminatorios y violentos por parte de algunas comunidades guatemaltecas, así como de otros países, evidencian que la COVID-19 ha exacerbado los episodios xenófobos incluso en el propio país de origen del migrante que retorna. La xenofobia no se limita a actos discriminatorios provocados por el sentimiento de miedo hacia el extranjero, grupos étnicos diferentes o personas cuya identidad se desconoce, sino que se extiende también hacia las personas migrantes retornadas, consideradas como parte no integrante de la comunidad. El escenario es perturbador.
Contrarrestar la xenofobia: medidas para las instituciones y las comunidades
La xenofobia y los crímenes de odio son fenómenos graves pues conllevan importantes consecuencias para el bienestar físico y mental, además de dificultar el acceso a servicios básicos como la salud, lo que explica la mayor exposición de las personas migrantes a la COVID-19.
Frente a esa realidad, la OIM publicó un informe sobre la lucha contra la xenofobia, titulado “Contrarrestando la xenofobia y el estigma para fomentar la cohesión social en la respuesta y recuperación del COVID-19”. El objetivo del informe es proponer una serie de medidas y buenas prácticas a adoptar para combatir las xenofobia desde ambas instituciones y comunidades.
¿Qué pueden hacer los estados?
¿Qué pueden hacer las comunidades?
La pandemia ha generado una situación inédita a la cual todos y todas hemos tenidos que hacer frente, asumiendo los miedos y desafíos que con ella vienen. Las personas migrantes, sin embargo, cargan con unas dificultades y vulnerabilidades mayores, pues muchos entre ellos carecen de atención sanitaria adecuada, han sido deportados forzosamente, se encuentran en difíciles condiciones económicas o no disponen de espacios aptos donde pasar la cuarentena.
Actos discriminatorios hacia la población migrante agudizan su situación precaria, provocan su exclusión, y por el otro lado, obstaculizan la lucha contra la COVID-19, debilitando la cohesión social, la solidaridad y empatía. Desde las instituciones hasta las comunidades: es prioridad e interés de todo el mundo luchar contra la xenofobia.