Xenofobia: la amenaza a la salud mental de quienes migran
Imagina esto: eres una persona originaria de Guatemala, y deseas migrar hacia un estado sureño de México en donde reside tu hermana desde hace algún tiempo. ¿Cuáles son los sentimientos que tienes antes de salir de tu país? ¿En qué piensas? Probablemente sientas curiosidad y optimismo, pero también preocupación por la idea de llegar a un lugar desconocido en donde los lugares, costumbres e incluso formas de hablar son diferentes a las tuyas. Seguramente también sientes nostalgia de dejar atrás a tu familia y amigos, y te preguntes si te será posible sentirte apreciada o apreciado y construir nuevas amistades y redes de apoyo en un país distinto al tuyo.
En este sentido, el bienestar psicosocial de la persona migrante puede verse perjudicado durante el proceso de integración a la nueva comunidad cuando, en lugar de encontrarse con aceptación y apoyo, se deben enfrentar exclusión social, violencia y episodios xenófobos. ¿El resultado? Si esto se repite y se repite, hay un evidente impacto negativo en la salud mental de la persona migrante, como el aumento del estrés y ansiedad o incluso que se agraven condiciones de salud mental pre-existentes.
Si bien el proceso migratorio no se traduce automáticamente en un deterioro en la salud mental de las personas migrantes, el cambio repentino del contexto y las dificultades encontradas a lo largo de la experiencia migratoria pueden repercutir en su bienestar psicosocial. De la misma manera, cuando la migración se realiza de manera segura, ordenada y regular, éstos pueden más bien fortalecer los factores protectores de la salud mental. Por ejemplo cuando se facilitan los procesos de integración social o económica en las comunidades de acogida, o cuando se crean mecanismos para asegurar el acceso de las personas migrantes a servicios de apoyo psicosocial, entre otros.
También cabe precisar que tanto la salud física como la salud mental están determinadas por múltiples factores, tanto individuales como colectivos, los cuales pueden proteger o poner en riesgo la salud de una persona. Es decir, las características individuales, sociales, económicas y ambientales específicas de cada persona o grupo de personas, conocidas como determinantes sociales de la salud, son las que establecen si existe mayor o menor riesgo de repercusiones a la salud mental. No por el hecho de migrar, sino por la posible exposición a factores de riesgo, como el rechazo o marginación, pobreza, exclusión social y afectación por la separación familiar, falta de redes de apoyo e imposibilidad de inserción social en el país de destino.
Por ejemplo, algunas personas migrantes pueden presentar altos niveles de ansiedad, frustración, tristeza y sentimiento de pérdida después de haber vivido experiencias estresantes durante el proceso migratorio, o incluso después de la migración, a causa de una fragmentación familiar o por las bajas condiciones económicasla. Por el otro lado, las personas migrantes retornadas también pueden experimentar estrés al tener que reintegrarse a una comunidad de origen de la cual ya no se sienten parte, teniendo que enfrentar el estigma asociados con el proceso de retorno. En este contexto, la xenofobia y la discriminación son factores adictionales que agravan el bienestar de las personas migrantes antes, déspues y durante el proceso migratorio.
Tipos de xenofobia y su impacto
La xenofobia es un acto violento contra otra persona, inclusive si esta violencia no es física. Por tanto, las personas que experimentan actos xenófobos son víctimas de violencia y se suman a las situaciones adversas que experimentan las personas migrantes durante su proceso migrantorio.
No obstante, la forma en que ésta violencia se experimenta varía para cada persona, según el tipo, gravedad y frecuencia de los actos a los que se está expuesto; pero también según los recursos individuales y colectivos con los que la persona cuente para lidiar con la situación. La xenofobia se manifiesta de diferentes maneras:
· En algunos casos puede ser fácilmente identificable debido a que se refleja a partir de actos de violencia física o psicológica directa.
· En muchas otras ocasiones pasa desapercibida, pues es respaldada por nuestro propio sistema. Un ejemplo son las comunidades o sociedades en donde es culturalmente aceptable incurrir en actos xenófobos. Esta violencia estructural y sistémica contribuye a la exclusión social de la población migrante, al crear barreras de acceso a los mismos trabajos, beneficios económicos, sociales y educativos que tienen otras poblaciones con características similares, solo por una cuestión de nacionalidad y procedencia.
Es importante rescatar que en un mismo país, un grupo de migrantes de cierto país de origen puede ser víctima de xenofobia, mientras que otro grupo es bien recibido y acogido. La manera en que cada sociedad ha construido sus ideas sobre ese otro grupo que considera diferente, deseable o indeseable, determina los comportamientos xenófobos.
La xenofobia debe analizarse desde una perspectiva interseccional. Esto significa que deben tomarse en cuenta distintas realidades, factores y características sociales que se cruzan en una misma persona o población, cuando estas realidades por sí solas podrían llevar a exclusión social (género, edad, clase social, etnia). Por ejemplo, no es lo mismo ser un hombre blanco, migrante y de clase media; a una mujer indígena o afrodescendiente, de clase social baja que debe migrar en busca de trabajo a un país distinto. Es por esto que tampoco se debe dejar de lado la historia de las poblaciones que migran, pues en muchos casos la discriminación comienza mucho antes de su llegada, debido a las concepciones que ya de por sí estaban construidas.
Como sociedades debemos pensar en los aspectos individuales, comunitarios y estructurales que de forma general busquen eliminar discursos de odio, estigmas sociales hacia grupos específicos de migrantes, facilitando por el otro lado, el acceso a información y datos concretos. Pero también debemos pensar en procesos educativos integrales, espacios seguros y saludables, políticas públicas que integren a la población en los distintos espacios laborales, sociales y comunitarios, siendo además parte de las tomas de decisiones.
Si la forma en la que se vive la xenofobia depende de distintos factores y se vive distinto según el contexto y condiciones de las diferentes poblaciones, las acciones de respuesta deben ser integrales, asegurando siempre la participación de los grupos migrantes y locales, de manera que las soluciones siempre sean construidas de manera colectiva y participativa.